lunes, 6 de abril de 2009

Nada necesita tanto una reforma como la cultura venezolana



Cuando hablamos de cultura es inevitable asociarlo a epítetos tales como: sapiencia, creación, tradición, literatura, estas adjetivaciones son sólo algunas de las mas frecuentes y con regularidad impetuosamente defendidas. En Venezuela, un país con 28 millones de habitantes donde la mayor parte de la población es resultado de un mestizaje, se puede hablar de pluriculturalidad; expertos en las áreas de ciencias sociales conversan de industria cultural, dominación cultural, cultura de masas. Pero ¿de que cultura se habla exactamente?

Según María Helena kühner:“de la única que vale la pena hablar es de una cultura dinámica que nos inspira nuevos sueños y nuevos desafíos a cada instante, una cultura que no se identifica sólo por los llamados productos culturales (teatro, danza, artes pláticas, literatura, cine.) sino con todo el modo de sentir, pensar, actuar, organizarse y expresarse de las diferentes capas sociales.”

Y es justo allí donde se encuentra el meollo del asunto. La mayoría de los venezolanos ven la cultura sólo como las bellas artes y no como todo lo que hacemos día tras día, no como una producción que - por tanto - tiene un origen, unos protagonistas, en fin una historia.

La cultura debería concebirse desde el parangón de las acciones que realizamos cada instante de nuestra vidas, es botar la basura en el cesto, es colaborar con el prójimo, tener buenos modales, es no colocar los pies en las paredes, en definitiva es nuestra carta de presentación ante la sociedad. Nos guste o no la cultura es reflejo de nuestra identidad.

Cultura hoy
En la actualidad, la cultura se ha dejado arrastrar por la economía de mercado siendo entonces un bien transable, un artículo más, casi siempre sin verdad ni estética propia donde lo que impera es la vanidad, cuando se intenta un asomo de autenticidad, de estética y ética en el hecho creativo los subsidios desaparecen, el público es casi inexistente y la frustración de los creadores se acrecienta.

En gran parte esto se debe a que hay pocos gerentes comprometidos con la realidad del país; la mayoría ni siquiera es artista, tal vez por eso el dramaturgo y docente teatral venezolano Gilberto Pinto afirma que “existen gerentes que sólo aspiran a montarse en el carrusel de los montajes triunfales con producciones que no aportan nada como objeto de arte y cultura”.

Y continúa diciendo “…y es el Estado, por un prurito de exageración democrática por un populismo que no le permite cargar con el mote de censor el que no está velando por el tipo de arte que se hace con el dinero de los contribuyentes y permite por (omisión, por involuntario celestinaje) la realización de una arte insulso e inútil, que para nada contribuye con la salud mental y económica de los venezolanos”.

En otras palabras, la cultura entendida sólo como producto cultural está en peligro, ya que se enfrenta constantemente a parcelas de poder que según la periodista del diario Ultimas Noticias Vicglamar Torres: “hace que el artista éste constantemente en una suerte de darwinismo, coloca a los trabajadores de la escena en una lucha por la sobrevivencia, por no doblegarse ante las circunstancias que hablan de crisis, de carencias y de desproporción entre la oferta creativa y la demanda”.

“Necesitamos profesionales colectivistas, no individualistas, productores y creadores de bienes culturales, no consumidores acríticos; transformadores de la realidad, no conservadores del statu quo”.(Palabras del Ministro de la Cultura Héctor Soto en el marco del II Congreso Latinoamérica Educa/Revista digital Todos Adentro 23-6-08)

Había una vez

Hablar de los orígenes de esta metamorfosis en la cultura venezolana podría llevarnos varios años para poder más o menos entender las causas que la han originado, y aún así, no tendríamos potestad alguna para emitir juicios finales.

Pero hay varios puntos que son necesarios aclarar. En primer lugar nuestro país ha carecido de políticas, por lo tanto ha sido muy difícil para los artistas y la sociedad establecer unas líneas de acción que le permitan desarrollar sus hechos creativos. Todo ha sido a través del ensayo y el error, la improvisación ha sido - culturalmente hablando - la característica del venezolano, también es cierto que la planificación no es una de nuestras particularidades.

No se pide copiar modelos extranjeros divorciados de nuestra realidad, pero se anhela concretar a corto plazo una proyección organizada de lo que somos como nación, como ciudadanos, pues de esta manera podemos encarar con mayor eficacia hacia donde queremos ir.

Y es que sólo teniendo claro hacia donde queremos ir, podremos vencer la ignorancia que muchas veces nos cobija, podremos desprendernos de la televisión como medio multiplicador de enlatados insultantes para el espíritu, podremos reducir la fuga de talentos, podremos ser mejores ciudadanos.
Debemos intentar luchar porque no se subestime al artista, sino que se le comprenda o en su defecto se le respete como lo que es: un creador. Debemos intentar desmantelar los guetos institucionales, debemos luchar porque se conserve nuestra identidad nacional y hacer camino hacia una “política cultural” que recoja todos los elementos necesarios para democratizar la mayor cantidad de espacios posibles, básicamente debemos batallar por trascender más que por sobrevivir.
“La profesión de el Teatro, la Música, la Danza y las Artes Plásticas, es una profesión como la de los curas: de vocación. Una profesión de apostolado como los médicos. Una profesión de servicio como la de los comunicadores sociales. Sacrificio, imaginación, lealtad y amor… Una profesión que dejará de tener empíricos y comienza, a partir de hoy, a tener la razón del saber y la academia por delante.” (Javier Vidal Actor- Director- Dramaturgo). (Revista Theatron 14-12-1996)
Culmino esta reflexión con una cita del poeta español Federico García Lorca "La cultura es uno de los más expresivos y útiles instrumentos para la edificación de un país y el barómetro que marca su grandeza o su descenso… es una escuela de llanto, de risa, y una tribuna libre donde los hombres pueden poner en evidencia morales viejas o equívocas y explicar con ejemplos vivos normas eternas del corazón y del sentimiento del hombre”.
Orlanis Barreto=OBU